martes, 13 de octubre de 2020

SEMANAS 3 y 4: DEL 13 AL 23 DE OCTUBRE

 SEMANAS 3 y 4: DEL 13 AL 23 DE OCTUBRE 

ÉTICA SECULAR. 

LA CIENCIA ¿Es posible una ética laica, fundamentada en la razón y la ciencia, que podamos compartir todos los humanos independientemente de nuestras particularidades confesionales en el caso de tenerlas? Algunos creemos que esto es posible y necesario. La Ilustración del siglo XVIII abrió las puertas a la emancipación del Hombre de las cadenas del oscurantismo y de la superstición, pero su visión de la Razón era absolutista debido a las limitaciones del conocimiento de la época. Sin embargo, su convicción de que las ciencias, la razón, la democracia, la educación y los valores humanos pueden lograr el progreso y la libertad sigue vigente. 

Hay quien insiste en repetir la famosa sentencia de Malraux: «el siglo XXI será religioso o no será». La frase es enigmática y posiblemente vacía. Es sólo una frase, por más que haya acabado siendo un fetiche. Se puede vivir sin Dios o sin religión, pero de ninguna manera es posible un mundo que no se rija por unos códigos éticos. Pero estos códigos éticos han de estar fundamentados en una comprensión de la verdadera naturaleza del hombre. En el siglo XX hemos asistido a desafortunados experimentos sociales y al intento de sustitución de determinados pilares tradicionales de nuestras instituciones en base a teorías y conjeturas con escaso soporte empírico. Esas corrientes, que fueron favorables a la idea de una supuesta «Tabla Rasa» de la mente del hombre, aún tienen vigencia en la intelectualidad occidental a pesar de los muchos avances que las disciplinas de carácter darvinista están en condición de ofrecernos. El resultado es de una gran confusión en la adecuación de los preceptos éticos a los nuevos retos de una sociedad científica y tecnológicamente avanzada. A principios del siglo XXI la psicología evolutiva está más cercana, en determinado sentido, a los presupuestos tradicionales de la derecha que a los de la izquierda, como bien resalta Peter Singer en su libro Una izquierda darviniana. Thomas Sowell (1994), politólogo conservador y religioso, pero con posturas más cercanas que la izquierda al sentido común, dice:

«De cada 100 ideas 99 serán seguramente inferiores a las respuestas tradicionales que se proponen reemplazar. No existe hombre, por brillante o bien informado que sea, capaz en una sola vida de llegar a la plenitud de conocimiento necesario para juzgar y descartar las costumbres o instituciones de su sociedad, ya que son la sabiduría de generaciones en cientos de años de experimentación en el laboratorio de la historia»

Por tanto, se impone una vía menos megalómana y más basada en la evidencia a la hora de proponer cualquier reforma social. El cambio por el cambio no conduce necesariamente a ningún progreso. Ni la moral es «moralina», ni toda moral es moral sexual. Cualquier reforma ha de empezar por el reconocimiento de las causas. La resolución de los problemas vendrá a través de la acción social que nos permiten los mecanismos de la democracia. Es un largo camino pero, si no tenemos claros unos principios, si no defendemos con rigor el bien por encima del mal, nos veremos abocados al nihilismo destructor, reverso de la religión, que ya ha probado sus terribles efectos en la historia más reciente de la humanidad. Siempre será mejor un mundo con valores religiosos que un mundo sin valores de ningún tipo.

 ¿Por qué es necesario el Humanismo Secular? Cada vez somos más las personas que abandonamos la religión porque no podemos creer que Dios exista. La ciencia, el sentido crítico, el afinamiento de los instrumentos de la razón nos impide a muchos creer en dogmas o en mitos indemostrables. El entramado religioso donde encontrábamos la orientación sobre cómo actuar ya no nos resulta válido. La mayor parte de las visiones del mundo aceptadas aún hoy tuvieron sus orígenes en el mundo preurbano, nómada y agrícola del pasado. El cerebro humano evolucionó para asegurar la supervivencia del cazador-recolector y no del individuo de las modernas sociedades industriales o posindustriales que se han de enfrentar a la emergencia de una cultura global. El multiculturalismo, como paisaje en el que distintas culturas compiten en pie de igualdad, no ha sido más que un sueño. Esa cultura global está destinada a ser la única cultura posible, pues es la que se va a construir entre todos a partir de una competencia de visiones en la que resultarán triunfadoras aquellas que proporcionen en la práctica una superior calidad de vida al ciudadano, y no podrá ser independiente de los logros más importantes del intelecto humano: los derechos y libertades del individuo recogidos en la carta de los derechos humanos; el legado de la ciencia y de la razón crítica; el único sistema que ha demostrado ser capaz de crear y distribuir riqueza: el capitalismo liberal.

[...] El Humanismo Secular acoge a un universo pluralista en el que el consenso es posible sea cual sea el origen cultural e, incluso, religioso de cada uno. No trata de sustituir ninguna creencia privada, sólo busca el territorio común de la razón y de lo objetivo, pues sólo es posible el consenso desde lo que todos podemos acceder y comprender. Este consenso es universal y transciende los grupos humanos convirtiéndolos en humanidad compartida. Como dijo Richard Feynman (1999) «si existe una forma independiente de juzgar la verdad, las relaciones humanas pueden llegar a estar libres de enfrentamientos». El corpus mysticum pagano del nazismo y la doctrina de la lucha de clases del marxismo-leninismo, ambos esencialmente dogmas de religiones sin Dios, fueron puestos al servicio del tribalismo, no al revés. La ética secular, la ética naturalista es la superación de la moral «in-group», puesto que no se restringe a ninguna religión, nación o pueblo. Es ajena a las diferencias que desde los albores de la humanidad han destruido tantas vidas humanas únicas e irremplazables y que en esta era de sofisticada tecnología para la agresión nos ponen en peligro a todos en conjunto. En resumen, esta ética consensuada nos convierte a todos en pertenecientes al mismo grupo solidario: el del Homo Sapiens. El siglo XXI, al igual que el XXII y todos los que sigan, «será ético o no será». Básicamente porque si el siglo XXI no lo fuera ya no habría ningún siglo XXII esperándonos. 

(Rescatado de: https://fundacionfaes.org/file_upload/publication/pdf/20130423144635por-un-humanismo-secular.pdf ) 

COMPROMISO: 

Entregable 1: Mentefacto sobre el concepto de hombre.


 



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